Las células madre demuestran beneficios en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV). Esta es la conclusión a la que han llegado unos investigadores de la Stanford University School of Medicine en su ensayo clínico, publicado en la revista Stroke.
Un ACV o ictus puede ser dos cosas:
- La rotura de una arteria del cerebro causando una hemorragia, llamándose ictus hemorrágico o hemorragia cerebral
- La obstrucción de una arteria del cerebro por un coágulo de sangre o por arteriosclerosis, llamándose ictus isqúemico o infarto cerebral
Ambos tipos de ictus provocan daños físicos y psíquicos que pueden remitir con rehabilitación o, a veces, provocar daños irreparables como parálisis o deterioros cognitivos. Es decir, el cerebro en muchas ocasiones es capaz de auto-repararse.
¿Qué pasaría si “ayudásemos al cerebro a la hora de repararse a sí mismo? Esa es la pregunta que trata de responder el estudio. A 18 pacientes que habían sufrido un ictus recientemente (entre los 6 meses y los 3 años anteriores al estudio) se les inyectaron células madre en la zona afectada por el ACV, obteniéndose resultados favorables, especialmente en lo relacionado con la movilidad.
Esas células madre inyectadas se diferenciaron en neuronas, crecieron y desarrollaron conexiones en las zonas en que se habían perdido, lo que significa que aún hay esperanza en que las zonas muertas del cerebro puedan recuperarse poco a poco.
El objetivo de la investigación es ahora probar el tratamiento en más pacientes y comprobar si es eficaz a largo plazo.